Un espacio Al Fresco de La Tercia
transformado en Museo Efímero

La historia de la Casa de la Tercia, edificio emblemático de Villarejo de Salvanés, es tan amplia que cuando se habla de ella resulta un tanto difícil quedarse con un momento histórico concreto. Más bien, como cada uno de sus espacios alberga una sucesión de usos, cambios, reformas, que se han ido modificando desde el siglo XV, época en la que se empezó a construir, apetece iniciar un recorrido por esos lugares que esconden magia.

Uno de esos rincones, específicamente el patio trasero, es el que desde el grupo Al Fresco utilizaremos para construir el Museo Efímero que será inaugurado en la Noche en Llamas 2018. Es la primera vez que tantas personas accederán juntas a esta zona y, a propósito de este acontecimiento, conversamos con el historiador y arqueólogo Luis Andrés Domingo, responsable del área de Patrimonio Histórico y Turismo de Villarejo de Salvanés.

Salvo algunos vecinos y una que otra visita guiada de grupos pequeños, nadie más se ha asomado allí, donde no es común acceder porque suele estar ocupado por múltiples equipamientos. Por otro lado, como gran parte era de propiedad privada, durante mucho tiempo no se podía atravesar. Este sábado 7 de julio, tras dos meses de intenso trabajo y reflexión, en un proceso en el que participaron niños, jóvenes y mayores del pueblo, finalmente podremos ver culminada una obra que será el germen de nuevos proyectos.

El patio trasero en la historia de la Casa de la Tercia

Antes que todo, Luis Andrés Domingo ilustra que el museo etnográfico de la Casa de la Tercia es un edificio que se remonta, en virtud del estudio arqueológico realizado, a mediados del siglo XV, aunque no como lo vemos ahora sino con una disposición algo distinta. En una primera etapa, había dos edificios totalmente diferentes dentro del mismo complejo, separados por un patio interior diáfano sin ningún tipo de construcción intermedia.

Por un lado estaban los espacios productivos de la casa, donde se ubicaba la antigua bodega, el granero y se almacenaban los productos agrícolas que a modo de impuestos se pagaban. Disponía también de una almazara para producir aceite de oliva, pero no se sabe exactamente dónde estaba. Mientras que el otro edificio contaba con espacios destinados para el alojamiento de los Caballeros de la Orden de Santiago.

Más adelante, en una segunda fase, a mediados del siglo XVI, el edificio cambió sustancialmente, pues se construyó un patio de columnas que permitía la conexión entre los edificios independientes y con un patio de almacenamiento ubicado detrás de las edificaciones principales que ha cambiado a lo largo del tiempo. Este lugar, inicialmente de carácter auxiliar, en el que se alojaban las caballerías, se almacenaba la paja y los aperos de labranza, se convertirá durante unas horas en un Museo Efímero.

La transformación del patio trasero, tal como se le conoce, es notable sobre todo en las últimas décadas, desde el siglo XX. De manera que la actualidad no obedece a lo que originalmente sirvió de sede de la Encomienda Mayor de Castilla. “Lo que vemos ahora es un patio que, después de la desamortización del siglo XIX, fue dividido por quienes se hicieron con el inmueble y construyeron muros con los que separaban las propiedades”.

Durante la guerra civil española también se utilizó como espacio de avituallamiento e higiene, en el que se habilitaron unas duchas para que los soldados y todos aquellos que regresaban del frente de guerra, pudieran asearse. Esta duchas, además, conectaban con el hospital de sangre, ubicado en el granero, donde se curaban y auxiliaban a los heridos.

El futuro: un espacio de uso cultural

Hoy, el patio trasero es un espacio que no tiene ningún uso, a excepción de servir como almacén de algunas propiedades del ayuntamiento de Villarejo de Salvanés. Luis Andrés Domingo cuenta que se encuentra a la espera de un proyecto, que corresponde a la segunda fase de rehabilitación del edificio, con el objetivo de que el trozo que quede abierto tenga fines expositivos al aire libre, se convierta en un lugar de uso cultural y en una zona de tránsito entre las distintas habitaciones del museo etnográfico.

En esa línea de aprovechar cada espacio de la Casa de la Tercia, considera que nuestro proyecto de Museos Efímeros, aparte de muchas otras cosas, lo que hace es poner la atención en un sitio que no estaba puesto en valor por sí mismo. “Digamos que realizando esta intervención puede ser conocido por las personas de Villarejo, porque llama la atención como un paso previo a futuros usos culturales. Es una iniciativa bonita que rompe un poco con la idea de que los espacios deben tener un acondicionamiento perfecto para ser utilizados y aquí hay una interesante reflexión sobre ese tipo de usos puntuales”.

El terreno, tal como lo vemos actualmente, es bastante interesante porque nos permite apreciar las características del ala este del edificio, todavía sin rehabilitar. Por lo tanto, los muros se muestran descarnados, con la piedra a la vista, lo cual le da un cierto encanto. Igualmente se pueden ver las características de la construcción de la Casa de la Tercia, las huellas que quedaron en los espacios de las edificaciones, más toscos y más rústicos.

El tema central de nuestro Museo Efímero es la belleza. La transformación momentánea de este patio trasero corresponde con los criterios y objetivos que nos hemos planteado como equipo. En ese sentido, Luis Andrés Domingo considera que precisamente la belleza “es un fuerte componente cultural” y, por tanto, sí que puede funcionar con un trabajo incesante. Encontrar la belleza dentro de lo que no está previamente establecido es una idea que él, de cierta forma, comparte; tomando en cuenta los modelos estereotipados que muchas veces rechazan espacios o aspectos de la realidad que no estamos acostumbrados a mirar.

“Me parece una reflexión que puede despertar la curiosidad de los vecinos, llevarles a pensar en aspectos de su propio pueblo que no se habían parado a contemplar y que origine en ellos la pregunta: ¿qué consideramos nosotros por belleza? ¿por qué no ver la belleza en aquello en lo que hasta ahora no habíamos reparado?”. Precisamente en el recuento de cosas que permanecen y otras que no están, salta el pasillo que conecta con el gran portón secundario, por donde accedían los carros, los carruajes y las caballerías.

¡Cuántas historias podríamos imaginar o recrear en torno al trabajo en el campo antes de que surgiera la industrialización, antes de que aparecieran los tractores! Ese mismo camino, por el que distintas personas transitaron y dejaron sus huellas, abrirá paso al museo de la belleza, donde rememorando aquellos tiempos, volveremos a juntarnos AL FRESCO.