La creatividad de Víctor Coeurjoly toma forma de papel

La belleza, para Víctor Coeurjoly, está íntimamente ligada a las formas y a los ritmos. Específicamente a la naturaleza, donde las formas más bellas son aquellas que tienen hipersimetrías, las que tienen fractales, las que tienen patrones. “Deduzco que la belleza objetiva, sin opinión, es la que la naturaleza nos brinda”, afirma.

Con estas palabras, el joven artista especializado en origami, nos acerca una vez más a un concepto que desde hace meses nos ronda. La razón de estas líneas es justamente la participación que tendrá en nuestro #MuseoEfímero con La belleza con ojos de niño: obra creada a partir de los trabajos elaborados por los alumnos de 1º, 3º y 4º de primaria del colegio Nuestra Señora de la Victoria en los talleres filosóficos dirigidos por Ana Sanz, Lucía S. Palacios y Antonieta Moreno Casañas.

A lo largo de estos encuentros, de una hora de duración, se promovió la reflexión sobre la belleza de Villarejo de Salvanés tanto a través del diálogo como del dibujo y collage. Los resultados fueron transformados por Víctor Coeurjoly en piezas únicas que colgarán desde una red y unos farolillos que iluminarán los árboles, en una experiencia que para él resulta diferente a lo habitual. “Me gustó utilizar materiales intervenidos porque es más personalizado, tiene mucho más sentimiento y humanidad. Estoy acostumbrado a trabajar con cartones, planos, crudos, lisos y hacerlo de este modo fue bastante interesante”.

Participar en nuestro #MuseoEfímero, comenta, significó un reto porque se trató de crear estructuras con materiales que estaban definidos y a los que se les tenía que buscar una utilidad muy concreta: conseguir que a partir de los papeles de los niños se obtengan lámparas. “Para mí fue como un rompecabezas geométrico”. Y, aunque ha participado en distintas exposiciones, en museos de varios países, manifiesta que le entusiasma mostrar lo que hace en “lugares que precisamente no son museos, lugares que son menos ordenados, menos fríos, más vivos”, tal como es el espacio del patio trasero de la Casa de la Tercia.

Nos parece curioso, maravilloso, que Víctor Coeurjoly quien empezó a hacer papiroflexia con apenas siete años de edad, guiado por la intuición y aprendiendo con un libro de instrucciones y papel para hacer figuras sencillas: conejos, mariposas, flores, pájaros, sea el encargado de sumar una nueva mirada a la interpretación de la belleza que nos regalaron los más pequeños: una visión tan pura, tan real, como la de un niño.  

Definitivamente, la creatividad es un don que se cosecha desde la niñez. Para acercarte a la obra de este artista, te invitamos a hacer click en este link: Víctor Coeurjoly