La recuperación del esparto comienza en el reaprendizaje
«El esparto se utilizó en Villarejo en todos los tiempos. Yo creo que incluso desde antes de mis abuelos, porque mi abuelo me contaba que ya su abuelo le decía que el esparto, aquí, siempre ha estado en primer lugar. Aquí todos los que trabajaban en cualquier oficio, me refiero al campo, todos trabajaban algo del esparto en su casa. Cogían los espartos de por ahí de los montes, se lo llevaban a su casa y lo machacaban, después hacían ataderos y luego lo dejaban para el verano, porque todos los campos de España, entonces se labraban y se segaban a mano…».
Francisco Garnacho, 1997.
Los ecos del esparto todavía resuenan en Villarejo de Salvanés. En la memoria de sus habitantes, la de esos que fueron testigos y partícipes de los usos de esta fibra natural, quedan las imágenes del trabajo realizado con sus manos. Pero, no queremos dejarnos de llevar por la nostalgia, pues creemos que el esparto no es una cosa del pasado: sabemos que tiene futuro. Por ello, buscamos compartir estas ideas con personas que están involucradas, de alguna manera, con sus prácticas
Así, contactamos con Luis Andrés Domingo Puertas, cuya trayectoria se encuentra centrada en la elaboración y desarrollo de proyectos relacionados con la Historia y la Arqueología, destacando una amplia experiencia en el ámbito de la Gestión del Patrimonio Cultural, y quien precisamente forma parte del área de Patrimonio Histórico y Turismo de este municipio donde el uso del esparto data del siglo XVI.
En este encuentro que se produce en los espacios de la Casa de la Tercia, explica cómo fue mutando el empleo de esta fibra natural en diversas épocas, por ejemplo, antes del siglo XVIII las labores se desarrollaron en un contexto doméstico, sin especialización y orientado a satisfacer las necesidades más inmediatas, pasando por la industria de cordelería y las sogas a mediados del XIX, hasta que en los años 40 y 50, se produjo el verdadero boom, cuando se instalaron unas cinco fábricas y numerosos talleres familiares dedicados a la elaboración de cuerdas y maromas de esparto.
Luego, en la década de los sesenta, ocurrió lo que conocemos como “la crisis del esparto”, a raíz de la aparición del plástico, fenómeno que ocasionó que un gran número de sus vecinos se movieran a Madrid para trabajar puesto que aquello supuso “un verdadero trauma”, aunque apareció la fábrica Cuétara que contuvo un poco la situación.
En esta región se pueden diferenciar dos facetas: una, la de la producción industrial, que proporcionaba trabajo y sustento económico a las familias, y luego está el área más doméstica y artesanal, que consiste en el aprovechamiento cotidiano de una hierba que crece espontáneamente en el campo y que con los productos elaborados se podían sacar un dinero extra. Entonces, quienes conservan los conocimientos están haciéndose cada vez más viejos o lo relacionan con una etapa marginal de la vida, una mera forma de sobrevivir. No obstante, considera que aún contamos con elementos que nos permiten recuperarla.
En ese sentido, señala que en la actualidad la gente del pueblo, en especial las personas mayores, mantiene este recuerdo sin creer que sea importante para el futuro; mientras que los jóvenes lo desconocen por completo, y no tienen una percepción identitaria del esparto, porque tampoco han visto el valor de esta cultura en su totalidad. «Quizás alguna vez cuando hacemos una demostración de hilada, pero no de lo que ha supuesto en Villarejo».
La permanencia del esparto
Cuando se llevan a cabo hiladas de esparto en el espacio público de Villarejo de Salvanés, acontecimiento con repercusión en los medios de comunicación, las personas manifiestan el deseo porque esta tradición no se pierda. Al preguntarle a Luis Andrés en qué radicaría realmente la permanencia y rescate de esta cultura, indica que pueden ser varias las vías para apoyar su recuperación y sostenimiento.
«Puede parecer prosaico pero creo que el hecho de que haya un rendimiento económico en las actividades del esparto puede ser un motivo, por ejemplo, si alguien tuviese alguna iniciativa de emprendimiento relacionada con el esparto, sea con productos o actividades culturales y turísticas. Esto significaría llevar a cabo una labor de reaprendizaje, pues se ha perdido la cadena de enseñanza que viene de la tradición y la transmisión de padres a hijos. Tendría que haber alguien interesado en aprender de los mayores».
Luego, añade, está el ámbito cultural; más allá del aspecto puramente técnico de fabricar objetos, que tiene que ver con la recuperación de las manifestaciones artísticas del esparto, en un pueblo donde a lo largo del tiempo nacieron dichos y cantares inspirados en el oficio. Para ello, sería necesario iniciar una investigación sociológica y antropológica profunda, para que la resignificación no solo esté acompañada de una variable económica.
Asímismo, resalta los beneficios de recoger esta planta cada año, favoreciendo la recuperación de los entornos; también de poner en valor el paisaje, donde quedan vestigios de pozas y cuevas, por lo que podrían originarse proyectos que visibilicen la riqueza de estas rutas que, por cierto, están indicadas en un mapa que diseñó para Pascal Janin, director del Plan de Salvaguarda de la Cultura del Esparto.
Todas estas posibilidades mencionadas están en consonancia con las líneas de acción marcadas a nivel nacional y que plantean la investigación, la divulgación y el aprendizaje, como pilares fundamentales. Para Luis Andrés, además, es importante que las instituciones públicas, no solo de Villarejo sino del ámbito comarcal, se involucren para conectar a las personas que guardan la memoria del esparto y los conocimientos del trabajo, con agentes que impulsen el espíritu emprendedor de cara al futuro. La tarea, reconoce, no es fácil, pero los primeros pasos pueden ser descubrir su importancia a la gente.