¿Cómo reaccionarían los niños y las niñas ante la imagen, en blanco y negro, de un monstruo de ocho ojos, de dientes afilados y con los pelos de punta? Seguro que no sería sorprendente que el espanto se apodere de ellos y, en seguida, salte alguna que otra frase de rechazo: “Es feo que los ojos sean distintos entre sí” o “me gustan los ojos normales, como los de toda la gente”.
Pero… ¿Y si en el mismo momento otros chicos y chicas se valen de este argumento para decir exactamente lo contrario, manifestar que les gusta? ¿Es posible que esa multiplicidad de miradas, totalmente diferente a las características de un humano, sea precisamente lo que los cautive? Que salte alguno y diga, sin dudarlo: “Me gusta porque tiene muchos ojos”.
Aunque este parezca un simple ejercicio de imaginación o un juego de posibilidades, es el relato del escenario que se vivió en las aulas del C.E.I.P. Nuestra Señora de la Victoria, de Villarejo de Salvanés. Una mañana en la que los conceptos de lo feo y lo bello fueron contemplados, escudriñados, desde los ojos de quienes participaron en el encuentro “Filosofía en el cole”.
Rompiendo con la habitualidad del día a día, alumnos y alumnas de 1º, 3º y 4º de primaria, no levantaron la mano para preguntar acerca de los temas a sus profesores; en esa ocasión fueron ellos los cuestionados con un gran: “¿Por qué?”. Un interrogante que seguía a unas preguntas más generales: “¿Qué es la belleza?” “¿Qué es la fealdad?”.
El diálogo, guiado a través de ilustraciones que a cada tanto eran mostradas, y que reflejaban situaciones en contraposición, generó respuestas contrastadas. Por ejemplo, junto a la imagen del monstruo de ocho ojos, apareció una escena bastante colorida, protagonizada por una mujer y un bebé, que posaban al lado de un elefante. La predilección por la segunda, fue casi unánime entre los niños. “Me gusta porque hay un animal y dos chicas”, “me gusta el pelo porque tiene color”, “me gusta porque los colores son alegría”, algunas de las razones escuchadas.
“¿Qué es la belleza?” probablemente no sea una pregunta común para un niño o una niña. Sin embargo, cuando se encontraron frente a ella, el color y los paisajes fueron las respuestas más instantáneas. También, la asociación de la belleza con el color pero más aún con el simbolismo que transmiten las imágenes y con las sugestiones de cosas que les gustan. A la hora de calificar algo como bello no se mira solo lo bonito o feo en el sentido estético sino los sentimientos que lo representado nos evocan.
“El dibujo es feo porque no me gusta que los niños se burlen de otros y le hagan llorar”, dijeron cuando vieron la ilustración de un grupo de niños riendo de otro. “Que te insulten es feo”, “las cosas feas son malas”, “el enfado es feo”, “lo feo te hace sentir ganas de pegar”, “te pone triste”, “no puedes respirar”, las frases que sonaron casi a coro.
Más adelante, comprobamos que la percepción de que hay cosas que comparten ambas características, la belleza y la fealdad, también parece ser reconocible para ellos. “Casi todas las cosas son feas y bellas a la vez, es como si tienes una pulsera bonita pero está pasada de moda”, demostrando que sus criterios sobre lo bello no son totalmente universales, cada uno tiene su propia forma de mirar.
La percepción de la belleza en el entorno
Al pedirles que pensaran en su entorno, los niños y niñas coincidieron en que “es mejor tener cosas bellas alrededor”. Hacer que posaran su mirada en el lugar en el que viven fue una manera de que se preguntaran sobre qué es bello y qué es feo. Ante una imagen que evocaba la contaminación puesta en contraste con una que mostraba un paisaje natural, las reacciones fueron distintas. Para algunos, los dos dibujos eran bonitos, a pesar de que sí marcaban la diferencia entre lo que representaban: “Uno contamina y el otro es natural”.
“¿Algo contaminado puede ser bello?”, unos respondieron que sí y algunos contestaron: “La contaminación es mala”, “algo contaminado, algo feo, puede convertirse en algo bello”, “algo feo puede ser bello dependiendo de donde lo pongamos”, “algo feo es… las fábricas porque contaminan, aunque las que hacen juguetes y la de Papá Noel sí son bonitas”.
En relación con Villarejo de Salvanés, algunos lo relacionaron con la primera imagen porque decían que “está contaminado”. Por otra parte, con respecto a la segunda ilustración, a muchos les parecía que Villarejo “es bonito porque es nuestro pueblo”, “porque vivo aquí”, “porque tiene campos y flores”. Algunos dijeron que no se parecía a ninguna de las dos porque no está ni tan limpio ni tan sucio; y otros señalaron que no les gusta el castillo porque “está roto”; y hay quienes preferirían que “estuviera lleno”. “No me gusta que el parque esté roto, pero lo están arreglando”. “Las cosas feas se pueden arreglar”.
La contaminación, concebida como algo dañino, se relaciona con la fealdad. Es común asociar maldad con fealdad y bondad con belleza. Además, parece que las cosas les parecían bonitas o feas según su vinculación o relación con ellas, en este caso, con su propio pueblo. “¿Qué podemos hacer para que Villarejo sea más bonito?”, se les preguntó volviendo a la idea de que, de todos modos, las cosas que no nos gustan siempre pueden mejorar. “Limpiarlo”, “reciclar”, algunas de las alternativas que ellos mismos propusieron.
Inversión de roles: los adultos preguntan los niños
En el encuentro estuvieron como mediadoras Ana Sanz, de Philo Trivium, Antonieta Moreno Casañas, integrante de Al Fresco y Lucía Palacios, del colectivo Villarejo Educa. Entre lo más destacado, está la inversión de roles que se produjo: A través de los diálogos en los que se les preguntaba qué era la belleza, qué era la fealdad, no son los niños los que hacen preguntas a los adultos y aceptan sin dudar sus respuestas. Ahora son los adultos los que le piden a los niños que cuestionen y resuelvan el porqué de las cosas.
La importancia de la participación en un diálogo socrático donde se intentó sacar a la luz un concepto constantemente preguntando: “¿Por qué?”, radica en que en el proceso los niños consiguieron un espacio donde su voz fue reconocida, donde se les tomó en serio y se les puso a la misma altura que a los adultos, llevándolos a hallar sus propios porqués.
“Filosofía en el cole”, taller que en esta ocasión trató acerca de la belleza, permitió que los niños se formularan juicios estéticos acerca de la realidad y de su entorno. Especialmente si Villarejo de Salvanés, el pueblo que habitan, es un sitio bello o no. De esta manera, van adquiriendo el hábito de emitir juicios estéticos de las cosas y la búsqueda constante de argumentos. Un hábito que, sin duda, se debe practicar, desde pequeños, para hacerlo parte de la vida.
Cabe destacar que este encuentro no acaba aquí pues a partir de estas reflexiones generadas, los niños elaboraron obras de arte que serán expuestas en el Museo Efímero durante la Noche en Llamas. En definitiva, la exploración de la belleza continúa.