El valor de las cosas a través de “lo efímero”

Sucedió, una vez más, por causalidad. “Jardín colectivo: un pensamiento puesto en acción” decía la publicación que cayó en nuestras manos. Epicuro planteó el jardín como un Ágora que podía reunir a la comunidad para reflexionar, charlar y florecer rodeados de naturaleza. Esto es algo que nosotras podemos intuir y que entendemos que forma parte de nuestra sensibilidad. Por ello, emperradas en compartir los cultivos hidropónicos que hacemos reciclando botellines de cristal, preparamos una cesta que viajó en autobús, metro y taxi antes de encontrarse con las demás compañeras que formarían parte del Garden State del Teatro Conde Duque, en Madrid.

A lo largo de una semana estuvieron allí nuestras plantas, formando parte de esta acción conjunta a la que se sumaron no solo los vecinos de los alrededores, sino personas de la periferia de Madrid cuidadando, contempladando, admiradando y, en definitiva, se transformando el espacio en un lugar de reflexión.

Entre las actividades que formaron parte de la programación, una de ellas nos cautivó especialmente: “Arquitecturas efímeras” era el nombre del taller al que acudimos como colectivo. En el encuentro, guiado por las chicas de Qita, generamos entre todos los presentes un paisaje nuevo, en el que realmente no sabíamos qué iba a salir. La idea era mirar cómo el lugar tomaba formas diferentes con cada una de nuestros sonidos, movimientos, gestos.

Días más tarde, cuando llegó el momento de que el Jardín Efímero finalizara, también nos enrumbamos a Conde Duque para ver el atardecer en el jardín. Lo que estaba llegando a su fin fue la maravillosa experiencia de una programación muy bien pensada, llena de actividades distintas donde las plantas y la comunidad fueron las protagonistas y donde el centro Conde Duque se convirtió en un anfitrión único compartiendo su jardín como rincón de paz

Al culminar el encuentro, como no queríamos conformarnos con nuestra experiencia, empeñadas en ahondar todavía más, contactamos con Belén Santa-Olalla, quien forma parte del grupo de artistas asociados de Conde Duque y fue la comisaría del Garden State, a la vez que dio apoyo al colectivo Mamaza y a los encargados de la producción del jardín. Con ella, conversamos acerca de los detalles de esta iniciativa y los proyectos que vienen, pero también sobre cómo el carácter de lo efímero marca una reflexión en torno a aquello que se nos pierde, en medio de la necesidad actual de que los procesos culturales conduzcan a la participación.

Belén Santa-Olalla

¿Cómo surgió la actividad? ¿Cuál fue el trabajo del colectivo Mamaza?

La dirección de Conde Duque decidió que  el colectivo MAMAZA llevara a cabo este proyecto de Garden State que ya se ha hecho en otras ciudades. Vieron en esta idea un proyecto muy interesante que da cuenta del nuevo rumbo que tiene el centro. Además, Mamaza ya ha realizado otros proyectos en España como el de SINGLE LINE que unió el barrio de Usera con Matadero.

 

¿Qué viene ahora en Conde Duque?

#TomaCondeDuque ganó el concurso de la dirección del centro. Su propuesta busca conectar los  conceptos de archivo y de memoria con un código abierto que pueda acercarse a la ciudadanía y a los vecinos. Además, pretende ofrecer oportunidades a artistas con distintas disciplinas y trayectorias, artistas reconocidos y artistas jóvenes y nuevos.

¿Cuál es la importancia de los procesos participativos en los proyectos culturales? ¿La cultura y el arte deben concebir un compromiso social?

Es importante saber que cualquier expresión cultural  o artística es una expresión política, es un posicionamiento al mundo en el que vivimos pero, no por ello debemos pensar que es una obligación para los artistas manifestarlo de un modo explícito.

En cuanto a los procesos participativos, ese abrir la cultura e integrar a la comunidad a la creación artística, es algo que me interesa mucho. Es fabuloso ver cómo las comunidades pueden formar parte de experiencias artísticas. En estos procesos el artista se convierte en un facilitador de la información que ofrecen las comunidades.  Estamos en un momento en que el espectador no es un espectador pasivo, sino que es activo y reactivo. No es un mero receptor de contenidos, sino que toma decisiones e interactúa y co-crea los contenidos.

¿Qué papel juega lo efímero? ¿Por qué decidieron este formato? ¿Cuál es la continuidad de lo efímero?

En este proyecto de Garden State lo efímero viene directamente desde Mamaza,  ellos han sido los que han marcado la pauta.

Yo particularmente pienso que de lo efímero se saca un valor que nos permite reflexionar sobre la caducidad. Como creadora de experiencias escénicas lo efímero siempre me  ha parecido algo muy interesante ya que en una experiencia teatral, aunque se repita y sea la misma obra, siempre estás viviendo algo único y diferente.

Lo efímero es algo en lo que se puede hacer hincapié como creadores porque va en contra de la idea tecnológica de que todo permanece y que nada se pierde. Vivimos en un espejismo donde nos creemos que todo perdura. Lo efímero nos permite darle valor a cosas y recordar que nuestra vida misma es efímera. Cualquier acto que reivindique lo efímero nos lleva a la pregunta fundamental de cuál es el sentido de la vida. Si nos enfrentamos más a lo efímero podríamos darle más valor a la vida. Hoy en día todo es un servicio pagable, accesible,  podemos tenerlo todo en nuestras manos siempre que queramos. Nos olvidamos de esos valores analogicos, de cosas que envejecen, pasan y marchitan y que todo esto genera distintas emociones que estamos olvidando.

Lo efímero está vinculado a un tipo de emoción humana sobre la que debemos reflexionar.